viernes, 25 de enero de 2013

Cristina: "Unámonos para seguir creciendo"

Cristina: "Unámonos para seguir creciendo"
Porque Cristina cuándo sale de gira, no trae unicamente acuerdos comerciales y culturales, sino que también viene con una postal clara de los lugares que visita. Tratandose de ella, una simple mirada le basta para corroborar la situación social en cada lugar del planeta; y desde allí es que nos pide redoblar esfuerzos para seguir creciendo. Pura onda positiva. Aunque ya sería auspicioso que los argentinos mantuviésemos los logros conquistados en estos últimos 10 años. Con estos, hacemos pata ancha aquí, en latinoamérica, en el mundo y en donde raye.

martes, 22 de enero de 2013

El mito brasileño


DOMINGO, 20 DE ENERO DE 2013

“Es un mito...”

 Por Arturo H. Trinelli *
Eduardo Crespo no sólo conoce la realidad económica brasileña por ser un académico argentino preocupado por el desarrollo: reside allí desde hace años. Profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, su doble condición de economista y politólogo hace de sus enfoques un desafío permanente al saber convencional, que entiende a la economía como disciplina ajena a la política. Estuvo recientemente en Buenos Aires invitado para una serie de conferencias y Cash aprovechó la visita para conocer su balance de año del principal socio comercial de la Argentina, repasar su trayectoria reciente, las perspectivas de reactivación para 2013 y desmitificar algunas características de la política económica brasileña, muchas veces tomada como ejemplo a seguir.
–¿Cómo terminó Brasil el 2012?
–El año económico fue bastante malo. Se esperaba para fin de 2012 una leve recuperación, que no se verificó. Desde que Dilma asumió, en 2011, primero hubo una suba de la tasa de interés, luego la bajaron, pero con fuerte ajuste fiscal durante todo ese año, que prosiguió el siguiente. La inversión pública se desmoronó, y eso arrastró buena parte del gasto privado, básicamente inversión. Se devaluó un poco la moneda, aunque las exportaciones subieron un 5 por ciento en 2011 y cayeron en 2012. La economía pasó de crecer a un 7,5 por ciento en 2010 a cerrar 2012 en uno por ciento.
–¿Por qué se desaceleró?
–Creo que el principal argumento es la política fiscal conservadora. En los últimos meses Brasil viene sacando algunas medidas de estímulo, como por ejemplo disminuir la presión impositiva sobre la actividad privada. Yo creo que eso no va a funcionar, porque sacar impuestos no garantiza por sí sólo un aumento de la inversión privada.
–¿Qué papel cumple en la inversión la burguesía paulista?
–San Pablo es el estado neoliberal de Brasil. Ahí es donde más le cuesta entrar al PT. Es donde más se ve la influencia del neoliberalismo. Esta idea de que hay una burguesía paulista que impulsa un proceso de desarrollo creo que es totalmente equivocada.
–¿No hay burguesía nacional?
–La burguesía nacional en Brasil fue cómplice del desmantelamiento del Estado. Básicamente los militares fueron los que impulsaron las últimas políticas desarrollistas relevantes, no los empresarios. Se necesita una burocracia estatal con estas ideas y esta visión. Cuando llega la democracia, el lobby militar se debilita y el lobby civil empieza a ser cada vez más permeable a las influencias neoliberales. Lo de la burguesía nacional en Brasil es un mito.
–Muchas veces se critica la falta de liderazgo de Brasil en el Mercosur.
–En primer lugar, se necesitaría que el país líder tuviera una política definida orientada al crecimiento sostenido de largo plazo. Eso hoy Brasil no lo hace: no es la locomotora del Mercosur. Durante la última década registró un crecimiento promedio menor que el resto, y tiene superávit comercial con sus socios del bloque. Esa macroeconomía brasileña le pone una restricción muy grande al Mercosur. A eso hay que agregarle que no existe ningún tipo de compensación: es el país más competitivo por lo menos en los productos industriales, y no existen políticas compensatorias para los socios menores. Definitivamente, Brasil no ejerce un liderazgo.
–¿Es porque prioriza la relación con los BRIC?
–No, por la vía económica los esfuerzos remiten a mantener las reglas de juego y un esquema general. Pero no hay una vocación de crecimiento como la que sí existía en Brasil en la década del ’70. Eso traba bastante la evolución del Mercosur.
–¿Podría pensarse entonces que se sobreestima a Brasil?
–Totalmente. En Argentina no se entiende lo que es Brasil. Es un mito la idea del Brasil pujante y poderoso, que quizás remite a cierto ideario desarrollista cuando en los ’70 efectivamente Brasil estaba experimentando un crecimiento cercano al 10 por ciento por año. Era una China, digamos. Desde 1930 hasta 1980 fue, junto a Japón, el país de mayor crecimiento. Por ejemplo, San Pablo en esa etapa pasó a ser una ciudad moderna con casi la mitad de la población argentina. Ese Brasil se acabó.
–¿Qué se prioriza actualmente?
–Desde la crisis de la deuda externa y el retorno de la democracia se impuso un neoliberalismo un poco más civilizado que el que tuvimos acá con Menem. No se les fue tanto la mano: Petrobras no se privatizó, como sí nuestro país privatizó YPF. No fue un desmantelamiento completo como en el caso argentino. Por eso, a diferencia de Argentina, Brasil no quebró. Eso explica la emergencia de un audaz como Kirchner, dispuesto a revertir la situación. En Brasil, Lula llega a un esquema que no se desmoronó completamente. De hecho, el plan real todavía está ahí, con sus metas. El neoliberalismo allá no se fue por la puerta de atrás como en la Argentina. No se lo interpreta como un fracaso rotundo como el que sí se entiende que ocurrió en Argentina, más allá de que Macri u otros dirigentes actualmente busquen reflotarlo.
–En Brasil el neoliberalismo no fue tan destructivo.
–Sí, de hecho, el Plan Bolsa Familia empieza antes de Lula. Incluso, el 20 por ciento más pobre de la población brasileña mejoró con ese neoliberalismo, no le fue tan mal. No fue como en la Argentina, que produjo una pauperización de los sectores de bajos ingresos. Por eso este esquema tiene un consenso muy grande que no es fácil revertir del todo. Como no fue tan destructivo, preserva algunas de las estructuras creadas por el desarrollismo. Por ejemplo, pueden tener un tipo de cambio muy apreciado, pero el BNDS sigue generando condiciones para que las empresas tengan una enorme competitividad, por financiamiento barato, por una serie de reglas de juego, etc. Es decir, el aparato estatal no fue ciento por ciento desmantelado como en Argentina. Pero también es cierto que cuando surgieron gobiernos populares como el de Lula, no se pudo ir tan a fondo en ciertos temas como acá.
–¿Cuánto influyó la desaceleración brasileña en la Argentina?
–Mucho. A la Argentina en realidad lo que se le “cayó encima” fue Brasil. De todas maneras, yo creo que nuestro país estaría en condiciones de crecer este año un 4 o 5 por ciento. De hecho, no tiene grandes problemas estructurales que le impidan crecer a ese ritmo, que en el contexto actual sería muy bueno. No está endeudado en dólares, tiene reservas, la cuenta corriente no es aún negativa y los precios internacionales de los productos que el país exporta todavía son muy elevados. El único inconveniente que le veo, a diferencia de otros países en la región, es la dificultad de colocar títulos en pesos a tasas razonables.
–¿Entonces no hay nada que implique que este año sea delicado, como advierten algunos economistas?
–Para nada. Brasil probablemente tenga alguna recuperación si aumenta su gasto público, y de esa forma se reactivará la industria automotriz. Y la cosecha argentina seguramente será mayor.
–¿Qué efectos pueden esperarse de la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central?
–Sin dudas ha sido una de las grandes medidas de los últimos tiempos. Ningún Banco Central puede ser “independiente”. ¿Independiente de quién? Me parece que lo ideal sería crear algún instituto financiero de desarrollo público, como es el BNDS en Brasil. Sería el próximo paso.
–Algunos desde la ortodoxia relativizan el nuevo esquema macroeconómico argentino a partir del 2003, del que sólo destacan que se favorece por el “viento de cola”. ¿Cuáles serían los rasgos más distintivos de esta etapa?
–Para mí el principal cambio estructural que se está dando es un enorme desendeudamiento. Macroeconómicamente hay un esquema diferente al de años anteriores: los problemas de balanza de pagos ya no son por endeudamiento. La crisis financiera internacional nos pasa por el costado. Puede haber algún inconveniente coyuntural, pero este esquema no se desmorona como antes. Las dificultades se originan en la cuenta corriente cuando ésta no es superavitaria, pero esto es mucho más que una mera “postconvertibilidad”, como algunos denominan a esta etapa. Entiendo que hay margen para continuar con transformaciones estructurales.
–¿Como cuáles?
–Crear un banco de desarrollo, una industria de bienes de capital nacional. Es decir, podemos financiarnos internamente y con el Estado asumiendo un mayor protagonismo. Repito, en las actuales condiciones yo creo que se podría crecer entre 4 o 5 por ciento, y a partir de ahí empezar a encarar estas transformaciones
* GEENaP

sábado, 19 de enero de 2013

Una nota de la revista El Emilio


Contradicciones ideológicas por izquierda:

Analizaré algunos casos puntuales tomados al azar de todos aquellos que rápidamente aparecieron en mi mente gracias a que mi memoria funciona a la perfección y me permitió recuperarlos para compartirlos con ustedes, lectores de EL EMILIO. Lo que van a leer, está escrito desde el humor. Elijo hacerlo desde ese lugar a tener que escribir seriamente sobre el tema y verme en la obligación de encuadrarlo en lo tragicómico.
Veamos:

Caso «A»

Uno puede mirar un programa de televisión y escuchar a un periodista (Ernesto Tenembaun por caso) decir que admira a Cuba pero para vivir prefiere EE.UU (Lo manifestó en TVR en el 2008 antes de que se hiciera anti “k”- Pro Magneto). Y a nadie se le ocurrió decirle “Che ¿vos sos boludo o te haces? Otros dirían hasta con orgullo -¿por qué boludo? Al fin y al cabo es una contradicción bien nuestra, una contradicción bien “progre” made in argentine.
¡Ni que hablar del hoy farandulezco periodista Lanata! Un personaje cuya egolatría le impide traspasar normalmente cualquier puerta ya que se pelea con ella para ver quien pasa primero. Periodísticamente saltó de la izquierda a la ultra derecha con argumentos panfletarios e inconsistentes similares a los del supuesto polo opuesto, la ultra izquierda, para luego regresar a las reflexiones pseudo atinadas derechosas intentado desplazar al Juaco Morales Sola, Kirchbaumn, Van Der Koy, pero por izquierda; todo en cuestión de semanas, y hasta de días; versatilidad en tiempos de acomodación para ser incluida en el libro de record mundiales ¡Un cúmulo de contradicciones –o h.d.putes; ya a esta altura todo es posible- en envase periodístico.
Ahora bien, ¿cuantos argentinos en la vida diaria y en el resto de las profesiones simil Tenembaum-Lanatas hay? ¿Cuantos comulgan con las doctrinas socialistas en lo discursivo…pero hasta ahí, no más “che”? ¡Ojo! No sea cosa que salte de lo discursivo a la realidad y les termine cagando esa cómoda vida burguesa que, con el estomago lleno, les permite “pensar” y criticar por ejemplo cualquier forma de asistencialismo; incluidas las que les dan a esos piqueteros de mierda que no “piensan” que con sus cortes le joden la vida a ellos.
“Todo asistencialismo –dicen –es contrario a cualquier premisa básica asociada a un hecho revolucionario.” Todas expresiones teóricas y con el modelo europeo como espejo. Todos los intentos sudamericanos, para ellos son intentos “sudacas” y por ende simplemente “reformistas”; o sea «nada» comparado con el modelo.
“Izquierda argentine-progre-pensante; con sentido del oportunismo y eminentemente práctico en términos costo-beneficio; estilo anglo-francés”, que le dicen ¡viste!

Caso «B»

Otra de nuestras izquierdas –del tipo ultra- utiliza la palabra “Obrero” para definirse Partidariamente y practica a diario una acérrima e intransigente crítica al sistema capitalista, a la propiedad privada, a las patronales explotadoras y tiene la lucha de clase permanente como consigna de vida. ¡Si Lucha! Pero… cuando apareció la última dictadura, su máximo dirigente se rajó a Brasil, y vivió como “exilado” mientras su “tropa de estudiantes que jugaban de obreros” quedó abandonada a su suerte.
Altamira (de ese dirigente estoy hablando; el mismo que resulta “elegido democráticamente” en rigurosas asambleas partidarias y por unanimidad como candidato presidencial-a senador-a diputado y a consejero vecinal por el PO en las últimas 6 últimas elecciones nacionales) ya era un ferviente cultor de aquel principio que dice “soldado que huye sirve pa’ otra guerra”.
¡En fin!
-Este mismo dirigente, en algún momento puso a dedo…
–“¡¿Cómo a dedo?! ¡Elegido por unanimidad en asambleas de base”. -dirá un camarada trosko un tanto ofuscado repitiendo el argumento contestatario extraído del «cassette I» de adoctrinamiento.
-¡Cómo del adoctrinamiento! Me dirá el mismo camarada que entre otras habilidades también lee el pensamiento. -¡De nuestra conciencia de clase proletaria y revolucionaria!
-¡Está bien! –diré yo. -La asamblea que vos conformas eligió al hijo de un ex gerente -luego ministro de economía menemista- de una de las 2 o 3 empresas (1) que monopolizan el mercado de granos y las industrias de sus derivados (además de fundir el país y explotar a rajatabla a los trabajadores de sus empresas), como candidato a vicepresidente en una de las elecciones presidenciales nacionales.
Entonces, y mirándolo a los ojos, le lanzo al camarada una batería de preguntas:
-¿La política es lavadora de conciencia?
-¿El papá es el papá y puede ser un explotador h.d.p., pero a la vez tener un hijo nacido en un repollo marxista?
-El endemoniado repollo ¿se infiltro en el hogar burgués a través de un subversivo verdulero que practica delivery?
Una respuesta casi de manera natural aparece en boca del camarada, pero como si saliera de los labios de un terapeuta psicoanalítico –cassette III introducción a las falacias burguesas-:
-¿Y por qué no? Además esa identificación es típicamente burguesa. El camarada verdulero no es un subversivo, es un obrero agroalimentario.
-Pero…, ¿Qué tiene de malo que lo llame subversivo? ¿Acaso ustedes no buscan subvertir, alterar el orden establecido que les parece injusto y reemplazarlo por otro más justo presidido eternamente por el camarada Altamira? A propósito del camarada Altamira, pregunto ¿no maneja el partido y su permanencia al frente del mismo de manera stalinista?
-Lo suyo es una infamia, otro de los tantos intentos burgueses por quebrar nuestra férrea vocación revolucionaria.
Lo escucho y mis dudas –muchas de ellas contradictorias entre sí- van en incremento…
Es más, me deliro y sigo atosigando al camarada con otras -para mi dolorosas, para él naturales y contradictorias cuestiones burguesas- preguntas:
-Los hijos de los explotadores capitalistas ¿son buenos combatientes anticapitalistas y buenos luchadores para la causa obrera en contra de las patronales explotadoras:
a) ¿Por ser víctimas de la terrible experiencia que significa padecer la escucha de frívolos comentarios familiares en la mesa hogareña a la hora del almuerzo o cena?
b) ¿Por conocer el sistema desde adentro y haber disfrutado de los placeres que brinda.
c) ¿Porque a esos placeres los vivió como tortura masoquista autoimpuesta, o sugerida por su analista, algo que hasta el día de hoy lo persigue, le carcome la conciencia y lo hace vivir con culpa?
d) ¿O todo fue una simple casualidad que involucró al desgraciado verdulero quien lo inició en ese desvío amoroso que lo condujo hacia el marxismo?
Una sola respuesta para mis estúpidas cuestiones aparece automáticamente en boca del camarada: -¿Y por qué no?
De pronto me doy cuenta que me esta ganando por cansancio. Pero no me amedrento y continúo en mi tozuda tarea sacando fuerzas de donde no tengo y demandándole horas extras a mi alterado cerebro. Entonces le sugiero:
-Algo salta a la vista y se presenta como muy evidente; los “obreros” NO ESTÁN dentro de tu partido. Solamente hay un pequeño grupo de estudiantes universitarios no laburantes. ¿Lo lógico no sería que se llame P.E.H.O. (Partido Estudiantil Hincha de los Obreros)?
Me sigo y le sigo preguntando:
-¿Los obreros no están en el partido que lleva su nombre porque son todos boludos y no comprenden eso de la lucha de clase?
La respuesta no tarda en aparecer
-¡Todos los obreros argentinos fueron y son tentados por los vicios de los partidos burgueses!
-¿Ejemplo de esos vicios? Eso de vivir dignamente, ¡Una gran cagada! Se trata de un vicio de mierda, algo que les metió el peronismo en la cabeza, en vez de enseñarles que su vida de explotado debió y debe ser pasársela cagando a trompadas a los explotadores y punto.
-¡Ha! ¡Qué gil soy! ¡Claro! Pero… ¿todo el tiempo amasijando explotadores? ¿Y para cuando un disfrute, pequeño aunque más no sea? ¿Nunca un vino, o ir a ver un partidito de fobal? ¡Que cagada che! El camarada Altamira ¿no te estará explotando a vos también mandándote al frente mientras él ni se ensucia las manos? ¡Digo, porque nunca lo veo en tus marchas! ¿A él también lo tenemos que cagar a trompadas? ¡Que vida de mierda!
Pero el chabón camarada ni me escucha y continúa explayándose en su explicación
-Porque el “obrero” troskista que se precie de tal, que verdaderamente sienta el troskismo en sus venas, si pide 10.000 U$S de aumento y el explotador se lo concede, no es una simple batalla ganada; es el indicio de que el enemigo burgués está en retirada. ¡Se tiene que ir por más! Se debe convocar inmediatamente a un paro general por tiempo indeterminado demandando un básico de 50 mil verdes ya que cualquier concesión de una patronal o Estado burgués es una clara señal, el mejor indicador de que ese es el preciso momento, el momento adecuado y esperado por todos nosotros como masa obrera y proletaria. Estaríamos atravesando por una situación pre-revolucionaria.
-¿Y cual sería el paso siguiente? -Vuelvo a repreguntar
Muy suelto de cuerpo me responde –Lo resolverá oportunamente la masa obrera en asamblea revolucionaria.
-Pero los argentinos que se dedican a la política, y en particular en las cuestiones partidarias, incluido el tuyo, todos quieren ser caciques; ninguno quiere ser indio. Y sino mira a Lilita, al Pino Solanas, al Filmus, a la Michetti, a Heller, a Sola, a De Narvaes… ¡a tu propio jefe Altamira y a Pitrola! ¿Cuantos «chochamos» que se quedan sin «mojar el pancito» en las listas de cargos dentro de los partidos existentes cuando se aproximan fechas electorales, se abren formando otro nuevo partidito donde los primeros en las listas son ellos? En el año 2008 en la Pcia de Catamarca se presentaron para las elecciones provinciales a gobernador, senadores, diputados provinciales e Intendentes y Consejales ¡75 lista!
Con una explicación sacada de su galera revolucionaria me refuta la cuestión «caciqueril»:
-Lamentablemente los camaradas de los pueblos originarios fueron colonizados por la derecha española, explotadora y capitalista. Fueron ellos quienes introdujeron sus valores en las clases dominantes de estos pobres y analfabetos pueblos. Además en ese momento no estaban establecidos los parámetros de la lucha revolucionaria. Una vez introducido el germen de la explotación capitalista, los pueblos originarios también deben resolver sus cuestiones de clases. Ellos también tienen que acabar con los caciques capitalistas y explotadores de las masas aborígenes.
Habiendo quedado medio descolocado con tamaña explicación solo atiné a solicitar me responda dos preguntas, a esta altura, demasiado tontas:
¿Qué pasaría si vos te decidieras disputarle la jefatura del partido a Altamira; o a Pitrola?
En Rusia también pasaba lo mismo ¿Vos crees que en el régimen soviético cualquier «croto» ruso podía estar en el Kremlin y en el Partido? ¡25 mil tipos manejaban la vida de 270 millones de habitantes!
-Eso no va a ocurrir porque los camaradas Altamira y Pitrola son para nosotros como Jesucristo lo es para los cerdos burgueses y derechosos católicos.
Con semejante respuesta le iba a decir “no te metas con la iglesia y los curas que por ahí te mandan al cura mendocino de Malargüe y te excomulga”. Pero recordé que a los ateos no se los puede excomulgar; ¡Qué boludo! Entonces trato de entender y ordenar lo que estoy escuchando, luego ensayo un razonamiento y se lo tiro a boca de jarro al camarada:
-Entonces los obreros argentinos, ¿son peronistas por esa boludez consuetudinaria que los acompaña? O en realidad podría estar pasando otro fenómeno, muy sutil, al extremo de que el resto de los mortales argentinos no nos estemos dando cuenta. Quizá los obreros argentinos esten tratando, a través del peronismo, de llegar a ser unos cerdos burgueses para conocer desde adentro las debilidades de esa vida y luego afiliarse al partido de ustedes pasando a ser un buen combatiente anticapitalista, antiburgues y anti explotadores con conocimiento de causa.
El camarada corrobora mi deducción con un simple ademán de cabeza.
-¡Claro! ¿Cómo no me dí cuenta antes? –Insisto yo, -¡Como Rapanelli, el hijo del empresario que fue candidato a vicepresidente de vuestro partido, el P.O.!
-¡Exactamente! – reafirma a modo de cierre el camarada.
Pero yo… no entiendo. Contradicción irresoluta… por lo menos para mí.
Caso «C»
Otro ejemplo dentro de nuestra variada gama de izquierdas son los comunistas del Partido (marxistas- leninistas). Además de todas las fechorías antinacionales cometidas junto a sus denostados “amigos imperialistas” en épocas pasadas, donde también se pasaron la vida criticando teóricamente al sistema capitalista y a la usura que practicaban los bancos, hace ya un tiempo importante y por si las moscas crearon su propio “banco”. Eso sí, con el slogan del cooperativismos, anque ajustándose a las estrictas reglas de juego que el sistema capitalista impone en cuanto a cuestiones bancarias se refiere.
¡Sí! ¡Ese sistema bancario que tanto criticaron de manera teórica!
¿Por qué? –vuelvo a preguntarme ya no tan inocentemente.
Mi otro yo -mas exactamente mi “super yo”- me contesta: -¿Cómo por qué picaron? No te das cuenta que les permite hacer política y ¡vivir de ella!
-Pero…-insisto tozudamente -¿Cómo es la cosa?
-¿Hay bancos buenos y bancos malos, usureros buenos y usureros malos?
-Los accionista y ahorrista que depositan sus dinerillos en ese banco, ¿lo hacen desinteresadamente y sin estar especulando, o sea sin cobrar intereses? ¿Sí? ¿No?
-Entonces ¿cuál es el criterio bancario que utilizan algunos cooperativistas?
-¿La “figura bancaria” es la única que puede hacer posible el cooperativismo?
- Los ahorristas, sean afiliados o no al partido del Banco ¿Son comunistas patriotas o boludos alegres?
-¿Se puede ser comunista y defender una patria a la vez? En ese caso ¿qué se hace con la consigna “proletarios del mundo uníos” si no se tiene un poquito de vaselina?
-Se trata de etapas-
¡Ha! Se trata de etapas!!! ¡Igual que los trosko! ¡Mierda que son largas las etapas! ¡Y cuán diferentes son unas de otras! ¡Y que versátiles son los militantes y simpatizantes del “partido”!
El desconcierto se apodera de mí y me genera nuevas cuestiones asociadas a los que confían en el sistema bancario y recurren a ese banco en particular. Entonces pregunto:
-¿Lo hacen para ver como sus ahorros se devalúan y así tener la prueba definitiva de la perversión capitalista?
-¿Lo hacen sabiendo a donde van a parar sus billetitos?
-¿Les interesa saberlo o lo hacen por desprendimiento ya que pertenecen a la congregación “Solo seguimos al flaco Jesús que fue el primer comunista”?
-La sentencia marxista “la religión que no sea el marxismo será el opio de los pueblos” ¿tendrá el mismo destino que la consigna de los “proletarios…”?
-Los empleados del banco ¿trabajan ad honoren? Si no es así, de donde salen los estipendios ese que les permite vivir? ¿De las reglas de juego del sistema capitalista que tanto aprendieron a odiar cuando militaban en el partido?
-¿Se tratará de otra debilidad masoquista exclusiva de cierta izquierda argentina?
-¿Y el socialista español Zapatero que respeta las instrucciones del FMI?
-¿Por qué los izquierdistas europeos, para solucionar los conflictos económicos solo confían en las recetas de la derecha capitalista europea?
Ante tantas preguntas le apareció el miedo a mi super-yo
Seguramente que alguno militante vitalicio del partido saldrá a contestarme y justificar las contradicciones señalada, poniendo en evidencia mi ignorancia. Es de esperar que use recursos dialécticos, que por lo general no les falta. Al contrario, y por formación doctrinaria, les sobra dialéctica justificatoria. Comparado con los argumentos que yo podría esgrimir desde mi marcada ignorancia lógicamente que llevo las de perder y seguramente terminará teniendo razón.
Pero… ¿Me perdonaría si le digo que debo reconocer que son estas prácticas contradictorias con las que conviven las que los hace, no solo sentirse vivos, sino vivir cómodamente una “asquerosa y criticable” vida burguesa?
¡No, mejor no! Si le digo algo así me acusará de peronista nazi-fascista.
Pero… innegablemente y a fuerza de ser sincero invalorable amigo, ¡es una vida que tiene sus encantos, ¿no?!
Caso «D»
Miguelito Bonasso [hombre que se dice de la “izquierda peronista” (¿?)] aparece fotografiado -¡En Clarín!- junto a una delirante como Carrio saliendo de tribunales luego de hacer una presentación judicial en contra del gobierno nacional por el tema minero. Entonces me pregunto:
-¿Qué es la política para ciertos personajes? ¿Simplemente buscar la forma de acercarse al “queso poder” de cualquier modo?
Luego:
-¿Cómo pueden criticar la forma de hacer política de los otros, incluido el gobierno?
-Ellos ¿Para qué hacen política?
-¿Bonasso y Carrio o Carrio y Bonasso son la muestra de la convivencia civilizada y democrática que demanda Juaquin Morales Sola, Grondona, Silvestre-Bonelli y compañía?
-¿Bonasso y Carrio se unen porque son patriotas que defienden los intereses nacionales?
Carrio, cuyo perfil fue trazado mediáticamente al extremo de lograr un producto final psico-neurótico más para un neuro-siquiátrico que para la política, ¿es lo que los que los medios dicen que es, una “patriota de derecha”? Entonces, ¿Cómo puede compartir un espacio con un ex montonero y/o hombre de izquierda? ¿Porque ella antes era de izquierda y lo entiende? ¿Porque él espera que el crucifijo que ella lleva colgado en el pecho opere milagrosamente y la vuelva a hacer zurda de nuevo? A Bonasso ¿no le alcanza con ver el «Caso Bullrich» para comprobar que del ridículo no se regresa?
-Cuesta creer que Bonasso llegará al límite de ser el Galimberti del nuevo milenio.
-Izquierda y derecha en la argentina ¿es lo mismo a los fines politiqueros?
-El lodo ¿no hace diferencia en materia política?
Caso «E»
-¿Cuantos «ambientalista» critican el desarrollo industrial (que entre paréntesis genera fuentes de trabajos) que utilizan energía generada por combustibles fósiles y/o producen elementos que requieren de ese combustible para su funcionamiento, por los niveles de contaminación que produce su actividad? Pero paradógicamente se mueven por todo el país –y el mundo- trasladandose en vehículos que utilizan combustibles fósiles para realizar esa tarea de “concientización” de los daños que producen los combustibles fósiles.
-¿Por qué Greenpeace siempre protesta en los lugares donde se manifiestan los efectos del deterioro ambiental (generalmente la periferia global que incluyen a los países subdesarrollados y en vía de desarrollo) y casi nunca –por no decir nunca- en las sedes centrales de las empresas causantes del mismo, generalmente con asiento en los países casualmente centrales –desarrollados-?
-O los otros que combaten la tala indiscriminada de árboles para hacer papel, con campañas publicitarias realizadas a través de afiches (papel no reciclado), o envíos de información por correo (utilizando correspondencia hecha con lujoso papel no reciclado).
-¿Quién critica a las editoriales que utilizan campañas por el cuidado del medio ambiente para vender sus libros hechos con papel que surgió de la tala indiscriminada de árboles?
-¿Quien critica a las compañías telefónicas y de celulares y a los bancos que utilizan folletería lujosa hecha con papel no reciclado, recurso habitual para engatusar gíles vendiéndoles servicios mentirosos que luego terminan no siendo tales? Y el «perejil» que consumió el producto, al comprobar que no era tal y decide quejarse, se encuentra del otro lado del teléfono con la vocecita de un disquito que le indica qué número debe apretar –arbitrio utilizado para cansar a clientes quejosos- y termine no siendo atendido por nadie.
-¿Cuántos ambientalista de izquierda ya descubrieron que los temas ecológicos son los nuevos “nichos” económicos para futuros negocios?
-¿No son los negocios y la inducción al consumismo indiscriminado del sistema capitalista los enemigos a combatir?
-¿Qué ambientalista critica la promiscuidad urbana con la que convive esa rara especie llamada humana junto a los locales de venta de combustible fósil?
-¿Se escuchó alguna vez a un ambientalista o a un izquierdista criticar la existencia de tantas estaciones de servicios en las grandes ciudades del país, donde un simple accidente costaría la vida de cientos de personas, volando por los aires manzanas enteras (no olvidar que por bajo tierra están las conexiones de gas)?
-¿No nos parece acaso natural que transiten por las calles de las ciudades camiones cargados con combustible altamente inflamable para que las estaciones de servicios nos provean de ese necesario elemento en el funcionamiento de nuestros automóviles sin tener que recorrer grandes distancias para conseguirlo?
¿Nos importan los imponderables o el riesgo de posibles accidentes que esta promiscuidad trae aparejada? ¡NO!
La corto acá y en la próxima voy por las contradicciones por “derecha”

domingo, 13 de enero de 2013

Los dueños de la tierra

LOS DUEÑOS DE LA TIERRA Y LA IMPUNIDAD JUDICIAL
Por Ricardo Forster 

En los últimos días del año pasado, cuando ya imaginábamos que la intensidad argentina nos iba a dar un respiro, el Gobierno Nacional tomó la decisión, más simbólica que económica, pero no por eso menos importante y reparadora, de anular la venta que la administración de Carlos Menem y a precio vil le había conferido a la Sociedad Rural la propiedad de varias hectáreas emblemáticas en Palermo en las que, desde 1875, se viene desarrollando la exposición agroganadera en la que el poder de los dueños de la tierra se ofrece al conjunto de la sociedad como el núcleo fundacional y decisivo de la vida nacional. Una antigua querella, central de nuestra historia, regresa con la decisión de Cristina Fernández de romper, otra vez, la trama de privilegios que las corporaciones siguen teniendo en el país. Ya conocemos la primera respuesta de la Justicia a través de la Cámara civil y comercial. Una vez más (y con el antecedente vergonzoso del último fallo de la Corte Suprema prolongando la cautelar del grupo Clarín) el Poder Judicial, estructurado también como corporación y atento a sus profundas e históricas relaciones con los grupos económicos principales, benefició a los que desde siempre han ejercido, con impunidad, su dominio. Pero, lo que me interesa discutir en esta columna no es esa cuestión –política y simbólicamente muy significativa, que con seguridad tendré oportunidad de retomar en las próximas semanas–, sino el verdadero fondo del poder de los grandes propietarios rurales que no es otro que el de la tierra y su absolutamente desigual distribución que ha marcado nuestra historia desde los tiempos fundacionales.

Cada época define, lo sepa o no, lo explicite o no, aquello que adquiere el estatus de la visibilidad y aquello otro que irá a parar a la región del olvido o de la exclusión. La historia de nuestro país es, también, la larga saga de lo negado y de lo que, bastando su sola mención, podía acarrear el desprecio o, mucho peor, la violencia y la condena de los poderes hegemónicos. Por eso el relato dominante de la historia logró, durante gran parte de nuestra travesía como nación, obturar cualquier referencia a la cuestión agraria que, como todos saben, es, quizás, el centro neurálgico de nuestra inicial, y también posterior, existencia política y económica. Pocos temas de nuestra existencia nacional han sido tan sistemáticamente negados como el de la concentración de la tierra. Los relatos que se ofrecieron como “fundacionales” de la Argentina pasaron por alto la política de despojos y la estrategia de acaparamiento que un pequeño grupo llevó adelante desde la segunda mitad del siglo XIX y que profundizó la generación del ’80. Ni los radicales, cuando todavía eran un partido de origen y raigambre popular bajo la égida de Yrigoyen, ni tampoco el propio peronismo pusieron realmente en discusión la propiedad concentrada de la mayor parte de las tierras. Algunas pocas políticas de colonización permitieron que en ciertas zonas se desarrollaran las pequeñas y medianas propiedades agrícolas, pero lo que dominó la estrategia de la clase terrateniente desde los albores de nuestra nacionalidad fue, en definitiva, la apropiación en pocas manos de la tierra. Allí está el “grito de Alcorta” para recordarnos la lucha de esos pequeños arrendatarios contra el abuso de los grandes propietarios. En la actualidad, otras formas más sofisticadas del capital-liberalismo vienen a desplazar, en parte, las formas tradicionales de concentración y, bajo la estructura anónima de los pool de siembra y de las “inversiones” especulativas que se disparan desde cualquier parte del mundo financiero, le van dando nueva fisonomía a la expulsión de miles de campesinos y a la tendencia prácticamente imparable hacia los monocultivos.

Más allá del anacronismo que hoy puede tener una denominación como “oligarquía” para definir a los grandes dueños de la tierra, e incluso salvando las distancias que en la actualidad separan al mundo de la producción agroganadera de la que existía en la Argentina del primer centenario en el que ejerció su dominio y su hegemonía ideológico-cultural una clase oligárquica, lo cierto es que tanto ayer como hoy lo que permanece invisible, lo que constituye un escándalo con sólo pronunciarlo, es el tema ausente por excelencia de nuestra historia: la cuestión de la concentración de la tierra (sea en manos de compatriotas como de extranjeros, sobre todo en las últimas décadas en las que crecieron exponencialmente las inversiones foráneas que buscan quedarse con cientos de miles de hectáreas en casi todo el país) y, como consecuencia de esto, el reclamo, siempre desoído, de su distribución más equitativa que ha llevado, a lo largo de los dos siglos de independencia, el nombre, siempre maldito para el poder, de reforma agraria. Tema tabú. Ausencia de la saga heroica de quienes lucharon para abrir la propiedad de la tierra y volverla un bien social. Represión, tachadura, olvido, silencio, expulsión, son un puñado de palabras que apenas si alcanzan a narrar la violencia material y simbólica que se ejerció sobre los campesinos que, con tozudez y heroicidad, nunca abandonaron su reclamo de derechos, su sed inagotable de vivir y producir en la tierra de sus ancestros, en el caso de los pueblos originarios, y de sus tatarabuelos en el caso de mestizos, criollos e inmigrantes que vinieron a poblar nuestro suelo. Diversas estrategias del saqueo y la apropiación fueron dibujando el mapa de la injusticia agraria. Reparar el daño que viene de tan lejos es una de las tareas pendientes de una democracia que nunca ha dejado de girar, en lo mejor de sí misma, en torno al litigio por la igualdad.

Tuve la oportunidad de participar en la ciudad de Corrientes, hace un tiempo, en una jornada de debate de lo que era, en ese momento, el proyecto de ley elevado por el Poder Ejecutivo de protección sobre el dominio nacional de tierras rurales. Organizada por la subsecretaría de producción familiar del Ministerio de Agricultura de la Nación, la jornada, absolutamente notable, no sólo convocó a una gran concurrencia sino que de ella participaron tanto los técnicos de la subsecretaría como muchísimos representantes de las diversas comunidades campesinas de toda la provincia. Todos estaban allí: los agrónomos y los veterinarios, los trabajadores sociales y los economistas, los abogados y algunos políticos junto con hombres y mujeres que venían de lo profundo de una provincia en la que la concentración y la extranjerización de las tierras constituye el principal flagelo de la pequeña producción agraria y de la continuidad de la vida, de la cultura y de los proyectos de miles y miles de familias campesinas que, pese a estar allí, en su tierra, desde generaciones, hoy ven amenazada su continuidad y sus derechos por el avance sistemático y brutal de las topadoras que, en Corrientes, llevan no tanto o centralmente el rasgo de la soja sino de las arroceras y de las forestales que buscan, sin ningún reparo, expandir sus respectivas fronteras asfixiando y expulsando a los campesinos.

Discutir una ley de tierras constituye algo que, hasta no hace mucho tiempo, resultaba inimaginable. Si hay una cuestión invisibilizada en nuestro país esa es la cuestión de la tierra, de su tenencia y de su concentración. Cuando estalló el conflicto alrededor de la resolución 125 pudimos ser testigos de una colosal y, en ese momento, lograda estrategia de la corporación agromediática que buscó proyectar una imagen bucólica de lo que se denominó con insistencia “el campo”. Allí se logró, durante esos meses de arduo conflicto, borrar las marcas de la diversidad, de la injusticia, de la explotación, de la violencia, de la expulsión, de la concentración, de la feudalización y de la extranjerización que predominan en el paisaje agrario argentino ofrecido, al público urbano, como una suerte de comunidad ideal semejante a una gran familia Ingalls. Desmontar ese relato hegemónico (sustentado y multiplicado año tras año durante las semanas de la exposición rural que se lleva a cabo, desde el siglo XIX, en el Predio Ferial de Palermo, hoy centro de una nueva disputa entre el Gobierno Nacional y la Sociedad Rural) es una tarea ardua y difícil que supone, también, remontar un imaginario social en el que la vida campesina ha permanecido, por lo general, invisibilizada o transformada en una idílica historia de gringos trabajadores que con esfuerzo y sudor alcanzaron a tener lo que hoy tienen. Durante meses, los medios masivos de comunicación ofrecieron imágenes de un mundo agrario que poco o nada tiene que ver con una realidad pletórica de contradicciones, desigualdades e injusticias que fueron prolijamente desdeñadas. Con el notable esfuerzo de los movimientos campesinos y de políticas públicas desplegadas desde el Gobierno Nacional se buscó darle rostro y presencia a los olvidados sabiendo, a su vez, todo lo que falta para revertir una historia de despojo y abandonos múltiples.

Una estrategia que alcanzó a borrar una historia que viene de muy lejos y que, en el interior de nuestra vida nacional, ha sido uno de los ejes y de los núcleos centrales de la reproducción del poder. Desde los tiempos tumultuosos del siglo XIX, pasando por los no menos complejos y contradictorios del siglo XX, la problemática agraria y, sobre todo, la cuestión de la renta extraordinaria y de la concentración de la tierra han sido tanto un nudo irresuelto como un ámbito de litigio que nos persigue hasta el presente. Ni siquiera el primer peronismo, el de los años heroicos, aquel del estatuto del peón rural y de las juntas nacionales de carnes y granos, pudo hacerse cargo, en un sentido progresivo, de la concentración de la tierra y de un debate siempre postergado, reprimido, ninguneado y silenciado desde los albores de nuestra historia que no es otro que el de la tenencia de la tierra o, para decirlo sin eufemismos, el de la reforma agraria. El último momento en el que se intentó horadar ese muro de complicidades e imposibilidades fue cuando Horacio Giberti, secretario de agricultura de los gobiernos de Cámpora y de Perón, propuso aplicar el impuesto a la renta normal potencial de la tierra. Lo que siguió fue, claro, la represión y el olvido de ese largo e inconcluso camino que recorre como un hilo delgado pero persistente los momentos más dramáticos de nuestra historia.

Del mismo modo, el ritual invernal que reúne en Palermo al poder agrario concentrado tiene como uno de sus principales objetivos mostrarle a la sociedad que “el campo” ha sido, es y será el centro neurálgico de la vida argentina y el núcleo desde el que irradia la verdadera riqueza nacional. Desde la más tierna infancia los niños y niñas han sido educados, primero por el magisterio y luego a través de la visita de rigor a la exposición anual, en la convicción de que existe una “comunidad agraria” y que ella es el centro de la virtud, la riqueza y el trabajo de nuestro país. Nada se nos dice sobre la concentración de la tierra ni sobre la continua expropiación y expulsión de miles y miles de familias campesinas ni de la complicidad y hasta participación de la Sociedad Rural en los golpes de Estado desde el 30 en adelante. El avance, hoy, de la frontera agraria en nombre de las nuevas tecnologías de siembra directa y el uso sistemático de agrotóxicos no han hecho más que agravar este cuadro histórico de injusticias y violencias (allí está, como muestra, lo que está sucediendo en provincias como Santiago del Estero, Salta y Corrientes –en especial la primera, en que la violencia homicida se ha cobrado la vida de jóvenes campesinos–).

Lo que sentí durante esa espléndida jornada fue la potencia de lo que viene desplegándose, con idas y vueltas, en el país. En este caso, lo que se ponía sobre la mesa de discusión era, tal vez, lo más difícil de explicitar, aquello que desde los orígenes nos acompaña pero que ha sido astutamente relegado y silenciado para impedir, precisamente, que se interpelara a uno de los poderes económicos centrales de nuestra sociedad. Las intervenciones no hablaban sólo de la extranjerización de la tierra (tema no menor y de relevante significación para defender un patrimonio del conjunto de los argentinos en estas épocas de voraces capitales que buscan apropiarse de riquezas no renovables), sino que también, como consecuencia natural, se extendían hacia el avance de los agronegocios concentrados que tienden, en primera instancia, a expulsar a los campesinos lanzándolos a engrosar los cinturones de pobreza de las grandes ciudades y a quebrarle el espinazo a la biodiversidad, a la proliferación de cultivos y a la sustentabilidad, a largo plazo, de la producción agrícola para reemplazarla por fenómenos de monocultivo asociados, la mayoría de ellos, al uso a destajo de agroquímicos.
Por eso el debate atravesó distintas problemáticas que iban desde lo medioambiental a lo demográfico, de la soberanía alimentaria (que en nuestro país la garantiza la pequeña producción familiar) a la expansión inmisericorde de la frontera sojera, arrocera o forestal, de la concentración de la tierra a la necesidad de garantizar el acceso de los campesinos a títulos de propiedad desde siempre ninguneados por las autoridades por lo general cómplices de los grandes terratenientes. Pero también se habló de tierra y cultura, es decir, de lo que significa sostener la vida de miles de comunidades campesinas que, al ir mermando o literalmente desapareciendo, van dejando detrás tradiciones que se fugan de nuestro presente. Se habló de derechos y se recordó la memoria, antigua y contemporánea, de los luchadores agrarios. Y, claro, lo que sobrevoló el debate fue la certeza de que estamos viviendo un tiempo de apertura y de posibilidades, tiempo atravesado por la reconstrucción de memorias ancestrales, de aquellas que siempre supieron lo que es la injusticia y que hoy se entrelazan con las nuevas demandas de los grandes olvidados, de todos aquellos que han derramado su sudor en los surcos de una patria que busca, de nuevo y con insistencia, ser para todos. El debate por la ley de tierras, así a secas, como queriendo expresar todo lo que se guarda en su interior, es un gran paso adelante en el camino de los derechos y de la visibilidad de lo que hasta ahora permanecía invisible. Un año atrás, cuando tuvo lugar ese debate (y después cuando se aprobó la ley), no imaginábamos que al finalizar el 2012 nos íbamos a encontrar, gracias a una decisión de reparación histórica del Gobierno Nacional, de nuevo con la cuestión del poder agrario concentrado, con la capacidad de influencia de los dueños de la tierra sobre el poder judicial pero, sobre todo, con la decisión de avanzar en el cuestionamiento material, simbólico, cultural y político de ese mismo poder

jueves, 10 de enero de 2013

registromundo: Fragata Libertad y Soberanía

registromundo: Fragata Libertad y Soberanía: Acto de recepción de la Fragata Libertad: Palabras de la Presidenta de la Nación PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN CRISTINA FERNÁNDEZ ...

domingo, 6 de enero de 2013

Fin del Capitalismo ¿Salvaje?: “No todas las mujeres en el mercado del sexo son v...

Fin del Capitalismo ¿Salvaje?: “No todas las mujeres en el mercado del sexo son v...: Por Francisco Yofre ...

Una justicia tierna con los poderosos.


EL PAIS › LA CAUTELAR MAS LARGA NO ES DE CLARIN SINO DE LA NACION

Regalo de Reyes

Este año cumple una década la medida cautelar que permitió al diario La Nación acumular una deuda que la AFIP calcula en 280 millones de pesos. Tres años y medio de esa dilación transcurrieron en la propia Corte Suprema, ominoso presagio sobre lo que puede ocurrir con el Grupo Clarín y con la Sociedad Rural. Las diferentes posiciones de Highton, Fayt, Maqueda, Zaffaroni y Lorenzetti. Jueces y partes.
 Por Horacio Verbitsky
La medida cautelar contra la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no es la más extensa. En esta competencia entre evasores de raza de sus obligaciones, la cocarda de gran campeón no la luce Clarín sino su socio La Nación, que desde hace diez años cuenta con la protección judicial que impide a la AFIP cobrarle una deuda estimada en 280 millones de pesos. Una tercera parte de esa dilación fue concedida al diario de los Saguier por la Corte Suprema de Justicia.

Magia negra

La causa se originó en los acuerdos de competitividad de 2001 que intentaron prolongar con inyecciones de benevolencia fiscal la agonía del sistema de convertibilidad monetaria. Comenzaba un nuevo acto de magia negra para intentar que una lluvia salvadora cayera sobre la economía convertible, reseca por una recesión de cuatro años. En junio de 2001, el decreto 730 permitió que los medios de comunicación no pagaran el impuesto a la ganancia mínima presunta y computaran las contribuciones patronales sobre la nómina salarial como crédito fiscal en el momento de la liquidación del IVA. Este auxilio debía prolongarse hasta marzo de 2003. En noviembre de 2001, otro decreto también firmado por Domingo Cavallo y Fernando De la Rúa (1387/01) extendió ese beneficio a todos los contribuyentes para el período fiscal a iniciarse en abril de 2003. Esos planes no bastaron para sostener la artificial paridad entre el peso argentino y el dólar estadounidense, que fue incrementando el déficit en la balanza de pagos y la fuga de divisas, financiada por los préstamos de organismos internacionales. En cuanto ese flujo se cortó, la devaluación arrasó la utopía dolarizada de las clases medias y el senador Eduardo Duhalde trepó en forma interina al Poder Ejecutivo, cosa que dos años antes no pudo alcanzar por medios legítimos. El ingreso al acuerdo de competitividad requería la preservación del empleo y el congelamiento del precio de tapa de los diarios. La Nación y otros medios incumplieron ese compromiso, aduciendo el aumento de costos. En marzo de 2003, Duhalde eliminó el cómputo de las contribuciones patronales como crédito fiscal para todos los sectores excepto dos: los medios de comunicación y el transporte de carga. Su decreto de necesidad y urgencia 746/03, del 28 de marzo de ese año, especificó que la excepción regiría por el “plazo mínimo y acotado” de cuatro meses, para que el Poder Ejecutivo “pueda estudiar con mayor profundidad la problemática a fin de encontrar una solución alternativa”.

El pliego de condiciones

En abril se realizaron las elecciones presidenciales y para mayo estaba prevista la segunda vuelta. Pero Carlos Menem anunció su deserción el 14 de mayo. El 15, La Nación mostró que además de su propia salvación se interesaba por la vasta liga de intereses que representa. En un editorial con la firma de su subdirector José Claudio Escribano, sostuvo que “la Argentina ha resuelto darse gobierno por un año” y dijo que la frase se había pronunciado en una reunión del Council of Americas en Washington. En esa extraordinaria pieza de periodismo militante, Escribano aludió sin nombrarlo a un desayuno que había compartido con Néstor Kirchner el lunes 5 de mayo. En aquel encuentro, concertado por Alberto Fernández, Escribano transmitió un virtual ultimátum, comunicando ceremoniosamente “los postulados básicos” del diario La Nación, porque “seremos inflexibles en su defensa”. Incluían el “alineamiento incondicional” con Estados Unidos; la “reivindicación del desempeño de las Fuerzas Armadas” en “la lucha contra la subversión”; una urgente reunión con los empresarios; el cambio de la posición argentina con respecto a Cuba, “donde están ocurriendo terribles violaciones a los derechos humanos”, y el enfrentamiento al “problema de la inseguridad”, tranquilizando “a las fuerzas del orden con medidas excepcionales”. Este pliego de condiciones parecía modelado sobre el que Lanusse intentó imponerle a Perón en 1972, y tuvo el mismo destino. La intención del decreto de Duhalde había sido dejar la resolución del tema de los medios y el transporte de carga a quien resultara electo. Pero La Nación siguió descontando hasta hoy de su liquidación del IVA lo que pagaba como aportes patronales.

La cautelar

En julio de 2003 había vencido el plazo fijado por el último decreto. Luego de pagar el impuesto en agosto y setiembre de 2003, La Nación obtuvo en octubre la medida cautelar que pronto soplará sus primeras diez velitas. El argumento del diario fue que el crédito fiscal seguía vigente hasta que el Poder Ejecutivo encontrara la “solución alternativa” mencionada como hipótesis en los considerandos del decreto. El mismo criterio fue seguido en ese momento por el Grupo Clarín, por la editorial Perfil, por la editora El Cronista Comercial, del diputado Francisco De Narváez, por las emisoras de radio y televisión de los ex diputados José Manzano (asociado con Daniel Vila) y Alberto Pierri y por el Canal 9, entre muchos otros de menor importancia. Según la Administración Federal de Ingresos Públicos, de este modo La Nación dejó de pagar 150 millones de pesos de capital, a los que suma otros 130 millones de intereses, para llegar a un total de 280 millones. La medida cautelar no fue presentada en forma directa por cada medio, sino a través de las cámaras patronales que los agrupan. Fueron tres juicios de conocimiento presentados por ADEPA (la Asociación de propietarios de periódicos, que Escribano presidió); la Asociación Argentina de TV por Cable y las asociaciones de diarios de Buenos Aires (AEDBA), de diarios del interior (ADIRA), de radiodifusoras privadas (ARPA) y de editores de revistas (AAER). El juez en lo contencioso administrativo federal Osvaldo Guglielmino resolvió el 30 de octubre de 2003 que mientras el Poder Ejecutivo no encontrara la solución alternativa, los medios podrían seguir descontando los aportes patronales en la liquidación del IVA, tal como pretendían. Recién el 6 de noviembre de 2008 los camaristas Marta Herrera y Carlos Grecco, de la sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, levantaron la medida cautelar dictada por Guglielmino. Afirmaron que el decreto 1387/01 fijó un límite temporal a la franquicia y siempre que se mantuvieran las condiciones de crisis de 2001, por lo cual no existía ningún “derecho subjetivo a la reducción impositiva”. Establecer la capacidad contributiva de cada empresa para enfrentar el reclamo fiscal requiere analizar “circunstancias fácticas y medidas probatorias” imposibles en un juicio cautelar, por lo cual levantaron la prohibición de innovar. Pero bastaron apenas siete meses para que la Corte Suprema de Justicia volviera las cosas a su cauce favorable a La Nación y decidiera que la medida provisoria sería permanente, hasta que la propia Corte Suprema resolviera si es legítimo o no que La Nación siga descontando los aportes patronales, tantos años después de finalizada la vigencia del decreto que lo permitió y en un contexto económico-social por completo distinto. Ese fallo de la Corte fue firmado por Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Carlos Santiago Fayt, Enrique Santiago Petracchi, Juan Carlos Maqueda y Carmen Argibay. El único juez que no lo suscribió fue Raúl Zaffaroni. Ya parece una regla que cuando las resoluciones favorecen al Estado, las apelaciones se resuelven más rápido que cuando lo perjudican. La AFIP arguye que luego de diez años de derogado el beneficio, es evidente que el Poder Ejecutivo no tiene intención de renovarlo bajo cualquier otra forma, dado que los diarios no cumplieron su parte del compromiso, al aumentar su precio de tapa y despedir trabajadores.

El límite razonable

El 15 de marzo de 2010, la Procuradora fiscal ante la Corte Suprema, Laura Monti, dictaminó que el recurso de La Nación era inadmisible. Otro semestre más tarde, el 5 de octubre de 2010, la Corte decidió en el caso del Grupo Clarín que, dado el interés general en la aplicación de la ley de servicios de comunicación audiovisual, es conveniente la fijación de un “límite razonable” para la vigencia de las medidas cautelares, porque su prolongación excesiva equivaldría a un fallo favorable en la cuestión de fondo. Cuando la AFIP pidió que esta jurisprudencia se aplicara también a los impuestos que no paga La Nación, la Corte convocó a una audiencia de mediación, que no se hizo pública y sobre la cual tampoco hay información disponible en el Centro de Información Judicial (CIJ). Allí la AFIP rechazó que los considerandos del decreto 746 pudieran ser tomados como un compromiso. Pero alegó que si la Justicia los considerara así, el Poder Ejecutivo ya habría dado dos soluciones alternativas: la ley 26.476, de diciembre de 2008, de regularización de deudas tributarias y exención de intereses, multas y demás sanciones; y el decreto 1145, dictado al vencer ese plazo, el 31 de agosto de 2009. Entre ambos, el 27 de mayo de 2009, la presidente CFK firmó convenios de canje de pasivos fiscales por espacios de publicidad con varios centenares de medios del interior, entre ellos los diarios La Gaceta y La Nueva Provincia y el Canal 10 de Mar del Plata, además de los canales América TV y Telefe. La ley abrió durante seis meses la posibilidad de acogerse a la moratoria y ofreció facilidades de pago generosas: 120 cuotas para pagar el capital adeudado, sin los intereses vencidos. A los diez años de cuotas se les cargaría sólo un interés del 1 por ciento. El decreto, negociado por los medios con el jefe de gabinete de ministros Sergio Massa, pero firmado por su sucesor, Aníbal Fernández, les permitía canjear por espacios publicitarios sus deudas fiscales y previsionales vencidas, incluidos sus intereses. Durante la 47ª Asamblea Anual de ADEPA su Comisión de Libertad de Prensa e Información encomió tales “pasos en torno a la salida del régimen de competitividad” ya que “con los convenios en trámite, parece encontrar un principio de solución transaccional”. La mayoría de los medios aprovecharon esos instrumentos y negociaron planes de pago. El Grupo Clarín regularizó deudas por 198 millones de pesos (133 del diario, 57 de la productora de televisión ARTEAR y 8 de la radio Mitre); el grupo Manzano-Vila, por 134 millones de pesos (106 millones de su televisora abierta America TV y 28 del operador de cable Supercanal); Canal 9, por 24 millones y Telecentro, de Alberto Pierri, por dos millones de pesos. Luego de esos acuerdos, sólo quedaron pendientes las deudas de La Nación (280 millones de pesos), El Litoral de Santa Fe, asociado con Clarín en la planta impresora AGL (26 millones), la editorial Perfil y Radiodifusora del Centro, propietaria de la radio cordobesa Cadena 3 (23 millones de pesos cada uno) y la sociedad anónima El Cronista Comercial, con 15 millones de pesos. Si La Nación hubiera aceptado alguno de estos regímenes su deuda habría drenado 130 millones de intereses y podría haber pagado los 150 millones de capital en diez años, o en canje por espacios publicitarios. La decisión de no hacerlo refleja antes una posición político-ideológica que un análisis de oportunidad y conveniencia comercial. Sin embargo, la deuda fue reconocida en los balances auditados de La Nación, que la registraron como pérdida. Esto puede leerse como un acto de sinceridad con los accionistas, pero declarar pérdidas también permite pagar menos impuesto a las ganancias, aunque sea por deudas impagas. Igual que para la Sociedad Rural, no pagar es una cuestión de principios y como tal innegociable para La Nación, cuya capacidad contributiva no está en cuestión: en los últimos cuatro años, compró dólares para atesorar por el equivalente a 130 millones de pesos y, en marzo del año pasado, bajo el inequívoco título “Expansión”, informó que, a través de su subsidiaria US Hispanic Media Inc., “llegó a un acuerdo para convertirse en el accionista estratégico de ImpreMedia, un grupo relevante de diarios y revistas en español de Estados Unidos”, que incluye los dos principales diarios de ese mercado, La Opinión, de Los Angeles, y El Diario, de Nueva York, además de la revista Vista, de circulación nacional en Estados Unidos, y publicaciones semanales de distribución gratuita en distintas ciudades norteamericanas. Como corresponde a la transparencia usual, no se informó ni el porcentaje que compró ni el precio que pagó por él.
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